
Ya
en historia de la Iglesia los Padres han defendido a capa y espada la realidad
del Reino de Dios entre los hombres - a Jesús de Nazaret- que nos da a conocer al Padre por su
proclamación, actuaciones y entrega rotunda
de su vida en la cruz para sellar el
pacto de amor entre Él y la Humanidad.
Algunos
han rechazado dicho amor incondicional de Dios para con los hombres, negando
todo con falsedades y postulados contradictorios, entono a la persona de Jesús,
es por esto, que cada uno de los concilios a lo largo de la historia han venido
organizando los principios, dogmas y
doctrina como verdades de fe, y el que dijere lo contrario sea anatema.[25]
Puesto que está en contra de todo la realidad esencial de la persona de
Jesús, del Reino de Dios y de cada uno de los principios por Él dado a la Iglesia
pueblo santo.
Finalmente,
el recorrido que hemos hecho ha sido de gran ayuda para la correcta
interpretación de los principios del Reino, podemos señalar como lo dice el
Vaticano II y las conferencias Latinoamericanas que en ultimas, el Reino de
Dios es aquel escenario perenne donde ha
entrado Dios a jugar un papel importante en la vida de cada ser humano como
actor protagónico de su propia salvación, pero para ello, ha dejado a un gran
representante en lo concerniente a dicha obra, el mejor de todos, Él verdadero
actor, que sin necesidad de máscaras o artilugios nos indica el camino y la
forma de representar la vida para volver hacia Dios; y es tan claro en sus
explicaciones, que lo único que hay que hacer para lograrlo, es actuar como él,
con sus gestos, tonalidades, virtudes y valores con que se mostró a cada uno de
nosotros a lo largo de su accionar.
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