Espíritu Santo


ESPÍRITU SANTO

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¿QUÉ O QUIÉN ES?





CARACTERÍSTICAS




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Un tipo de interioridad y trascendencia. Yahveh me creo como principio de sus caminos, como la primera de sus obras desde siempre. Desde la eternidad fui constituida, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Cuando no existe aún nada en la faz de la tierra.[1]

Blasfema el que niega la existencia del Espíritu, ya que es Dios.
Poder liberador que actúa.

La proclamación de la presencia del Reino de Dios por parte de Cristo, se relaciona, en que ese Reino acontece en los corazones y en la comunidad, abriéndonos al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, es supremamente esencial que los orígenes, donde vemos sus inicios desde  la creación, luego como las profecías, y ya más visible en la persona de Cristo, obrando en nosotros por el poder Espíritu Santo que ha estado presente en todo el actuar desde los orígenes del tiempo. En la Creación el Espíritu del Señor se posaba sobre las Aguas. Aliento, respiración,  vida,  Pneuma.

Es Dios, persona Divina unidad  perfecta de la Santísima Trinidad.


Descubre la presencia del espíritu de Dios a través de la vida y obra de Jesús.

Vida, soplo, aliento. Que se encuentra siempre unido con el Hijo, junto al Padre. Pues nos da la oportunidad de entrar en su reino, en la medida en que Dios actúa en nosotros a través de su Espíritu Santo.

La historia del espíritu se ha cumplido en la vida de Jesús.







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En sus Obras: Jesús aparece en todo momento actuando en el Espíritu.  Prepara su aparición en público con oración y ayuno en el desierto, a donde es impulsado por el Espíritu que impone la voluntad de Dios, repitiéndose así aquellas traslaciones rápidas de los profetas en aras del Espíritu (Mc 1, 12;
Curador y fortaleza.[2] Como lo evidenciamos en los Evangelios que manifiestan de manera especial que Jesús estaba constantemente lleno del Espíritu Santo y que se le debe considerar no tanto como a un carismático, sino como Señor del espíritu.

La finalidad de la entrega específica del Espíritu en este caso no es otra que la victoria de la prueba a la que había de someterse Jesús en el desierto, como si tales pruebas no pudieran ser superadas airosamente sin la fuerza suplementaria del Espíritu de Dios. Como fuerza de Dios que prepara la historia de la salvación.  Como fuerza de Dios que lleva al perdón y a la restauración; pero que es posible de resistir por el hombre.  Como realidad divina que se recibe en el bautismo y permanece en la Iglesia, ayudando a los fieles.

Marcos dice que es impulsado, Mateo suaviza la expresión por llevado o conducido (4,1), y Lucas hace que sea el mismo Jesús quien lleno del Espíritu se aleje del Jordán para ir “en” Espíritu al desierto.
Existe un pasaje en San Marcos, que según los exegetas, ofrece todas las garantías de autenticidad. Como la fuerza de Dios que quiere crear de nuevo la historia. 

Tiene, por ello mismo, una incidencia clara en las situaciones de comienzo y novedad.  Como presencia de Dios que transforma los corazones y los abre a un encuentro con Dios. En especial el tema sobre el Espíritu Santo se desarrolla en su despedida en la última Cena, hablando de el en términos de promesa post-pascual, casi como sustituto ("otro Paráclito").

Se ve claramente el papel de Cristo, pero de la mano de la predicación del Espíritu Santo, dador de vida eterna, sin dejar el papel importante de Jesus.
Es desde el bautismo de Jesús donde se destaca que Él es, el elegido, el Ungido de Dios por el Espíritu, quien le da la Fortaleza[3]de Dios.
El Espíritu Santo es quien da inicio a la obra salvífica dando inicio a ella con la concepción, luego la unión, y en ultima el poder del Espíritu Santo en todo su accionar. El Espíritu Santo no viene a traer una trasformación, pues es Él que purifica lo que nosotros somos. No es lo que viene de fuera lo que hace impuro al hombre, sino lo que está allí adentro.

Implícitamente, en la predicación del Reino de Dios que presenta el apóstol detallamos claramente que el Espíritu Santo no es otro sujeto diferente al predicado, sino que es el mismo, que en virtud de gozar con la presencia de Dios, transforma los corazones de los hombres, y los conduce a un cambio radical de vida.
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Realiza su obra al servicio de la vida y de la santidad[4]. Se usa frecuentemente el término Pneuma  (viento) en el sentido cosmológico y también el sentido vitalista de "respiración", presente en la muerte de Jesús (Mt 27,50; Le 23,46:8,55; también en otro sentido el "pneuma" indica la simple subjetividad o interioridad personal (Mt 5,3.4.5; 7,34).

Al igual que Marcos, se comprende su evangelio desde la predicación de Jesús, quien anuncia el reino de Dios, el cual es la presencia viva y radiante en los corazones de los hombres del Espíritu Santo.
El heraldo que toma la palabra es un profeta, la noticia que presenta es tan maravillosa que es necesario un don excepcional del Espíritu, una unción que viene a impregnarle definitivamente y no una unción pasajera.  Jesús es el tipo de profeta por excelencia a quien el Espíritu no investirá sólo por algún tiempo y para alguna misión particular, sino para toda su vida, porque su existencia entera será mensaje divino y cada uno de sus gestos será la Buena Nueva, el Evangelio.

Santificador, lo podemos ver claramente en este evangelio y en todo el N.T que realiza una fuerte teologización o típica cristianización, toda la realidad pneumatológica se funda ahora en la relación original entre el Espíritu y Jesucristo (su Nacimiento, enseñanza, resurrección) y en consecuencia con la vida del cristiano, quien constituye la Iglesia, destinada a su misión y en pos de la comunión escatológica
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Jesús aparece como profeta del espíritu ofreciendo la Salvación de Dios a todos los necesitados.[5]

En Lucas el protagonista es el Espíritu Santo, incluso más que Cristo.

En la Encarnación la intervención del Espíritu estaba encaminada a dar a Jesús su identidad personal en su entrada en la historia, su ser como Cristo de Dios; En el bautismo interviene para dar un actuar acorde con su condición de hijo de Dios en su  vida pública. .  La promesa del envío del Espíritu Santo por Cristo: si el Espíritu de Dios “reposaba y actuaba en Cristo”, también iba a ser transmitido a todos cuantos creyeran en él.  Por eso, Cristo lo promete a sus discípulos como el fruto mesiánico de su redención (Lc 24, 49; Hch 2, 33).
la presencia del Espíritu Santo es intensa, se ve la obra del Espíritu Santo en Cristo y de los que han creído en Él.

Lucas relaciona muy bien los textos del antiguo testamento donde actúa el Espíritu Santo con los del Nuevo testamento. La acción del Espíritu Santo en Cristo es la respuesta a las promesas hechas de antaño por el Padre

Espíritu Santo aparece como la plenitud interior y abundancia
La Encarnación, nos da a entender la presencia y actuación del Espíritu en Cristo. Como explicación teológica tenemos que decir, en primer lugar, que Jesús entra en el mundo como

Menciona que Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo, que hay varios espíritus inmundos, que Cristo ha sido ungido por el Espíritu Santo.

En el Cumplimiento de una profecía[6] Lucas nos habla que Jesús se encuentra lleno del Espíritu Santo, mensaje que hay que leerlo en la vida misma del cristiano que se regocija en la vida del Espíritu Santo, viviendo la experiencia de Jesús.

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Ireneo escribirá: “Sabemos que muchos hermanos, en la Iglesia gozan de carismas proféticos, y que, por la virtud del Espíritu, hablan todas las lenguas, revelan para el bien de todos los secretos de los hombres y exponen los misterios de Dios”.  Orígenes a su vez afirma: “siempre existen entre los cristianos huellas del Espíritu Santo que apareció bajo la forma de una paloma.  Ellos expulsan espíritus malos, realizan curaciones, ven con antelación determinados acontecimientos según la voluntad del Logos”.


“Tenemos el deber de aceptar los carismas y la Santa Iglesia de Dios los acoge igualmente (a los montanistas) pero en ellos se trata de carismas verdaderos, autentificados por el Espíritu para ella, que le vienen de los profetas, de los Apóstoles y del Señor mismo”.  A los padres de la Iglesia les toca volver a recalcar que sólo hay una Iglesia, a la vez corporal y espiritual, jerárquica y pneumática, institucional y carismática.  Tienen que superar la oposición del Tertuliano Montanistas entre la Iglesia-Espíritu y la Iglesia colección de Obispos que nace de una Iglesia Sectaria.[7]
Esta es la Iglesia que conocía Ireneo, la de la sucesión de los presbíteros y de la asamblea fraterna en la comunión en la fe de los Apóstoles.  Ve un condicionamiento recíproco entre el Espíritu y la fe.  Puede decirse, allí donde está el Espíritu está también la Iglesia, pero también allí donde está la Iglesia también está el Espíritu.

Los judeo Cristianos  de Jerusalén aun aceptando a Jesús como Señor, corrieron el riesgo de entender su pascua.[8]

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Decían: “puesto que el testimonio de la fe como la garantía de la salvación tiene como fundamento las tres personas, la mención de la Iglesia está añadida necesariamente a ella.  Porque allí donde están los tres, Padre, y Espíritu Santo, allí fundamentalmente se encuentra la Iglesia Santa de Dios; el Espíritu Santo es quien une siempre las dos realidades Espíritu Santo e Iglesia.  

Los Padres Occidentales decían que podía y debía creerse en Dios, considerándole como fin último de la vida, pero no puede creerse en la Iglesia. Cuando encontraban la fórmula: “Credo  in Spiritum, et in unam Eclsiam”, la comentaban así: “creo en el Espíritu Santo, no sólo en el  mismo, sino como Aquel  que unifica, santifica a la Iglesia, la hace católica y apostólica”.
San   Agustín,   quien   parte   de   las  Sagradas   Escrituras  como  su  fuente  y  expresa  la  unidad  trinitaria  y  la   diversidad  de  Personas.   Se  fundamenta   en   los   términos, aplicando a cada uno de ellos términos de bueno, omnipotente.  En últimas considera las misiones visibles y las invisibles del Verbo y del Espíritu, las misiones revelan una persona divina en su origen eterno.  El Espíritu procede del padre y del Hijo.

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En este tiempo de los Apologistas, utilizan los datos filosóficos y hablan más bien del Logos que del Espíritu (sabiduría) están eternamente en Dios antes de que este les proyectase en la creación y en el tiempo para manifestarse.
El Espíritu ha hablado en los profetas y se une al alma de los que viven en la justicia.  San Ireneo, Tertuliano y Orígenes, en general coinciden en la procedencia del Espíritu  Santo  del Padre y del Hijo. Aunque en Tertuliano hay que entenderlo muy de fuente, río, mar, raíz, rama y fruto.

En la doctrina de estos concilios se defiende al Espíritu Santo como dador de vida, el cual procede del padre y del Hijo recibiendo una  santa y gloriosa adoración desde la eternidad.

Se señaló reiterativamente en con los padres que ni Cristo, ni Espíritu Santo eran de la misma naturaleza del Padre sino que el Espíritu era criatura del Hijo, como éste era criatura del Padre. Por otro lado, hubo quienes situaban el Espíritu Santo entre Dios y las criaturas.  Contra estos los Padres Capadocios y especialmente el Concilio de Constantinopla I, afirman y defendían constantemente que tanto el Hijo como Espíritu Santo son de la misma naturaleza del Padre, dándose, la consubstancialidad de las tres personas divinas, San Gregorio Nacianseno pone de manifiesto que el Espíritu Santo tiene todas las cualidades y realiza todas las acciones de Dios.

El Espíritu Santo es una persona Divina, que da vida, e inspiro el actuar profético, engendro al verbo “en el seno virginal de María”.[9]

 San Ireneo, pone de manifiesto que nosotros hemos recibido la gracia en nombre de la Santísima trinidad, y el poder de cada una de las personas que a ella se adhieren.

El mismo San Agustín afirma, que no se ha valorado ni estudiado lo suficiente sobre el Espíritu Santo, no se le ha asignado lo que le es propio a su persona, el no ser ni Hijo ni Padre, sino sólo Espíritu Santo.

Tanto los Padres Orientales como Occidentales reconocen la real dependencia del Espíritu Santo, de las otra personas de la S.Trinidad.






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Santo Tomás relaciona con caridad la unidad por la que se realiza entre los fieles una comunicación  de los bienes espirituales.
Sólo Dios puede, por lo que en Él es gracia y don, por su Espíritu, ser en nosotros el  principio radical de esta vida eterna, que es la comunicación de su propia vida.  Es la realización más sublime, aquí abajo, de la comunicación de los santos incluso la santidad vivida por los hombres, la de la vida en el Espíritu que contribuye a su plenitud. El Espíritu Santo es, pues, fuente de santificación porque por El podemos fructificar en el  orden sobrenatural para ser uno en Cristo Jesús.  De él nos viene en la Iglesia toda vida, gracia y verdad, somos templos del Espíritu Santo y partícipes de su divinidad



Es amor, don,  esencia, igualdad, semejanza, y misión en relación al Dios trino.[10] Por la comunión de los santos se participa de los bienes de la comunidad de salvación, solidariamente con los miembros de esta comunidad terrena.  Se trata del amor con el que Dios se ama así mismo, este amor que es la gracia increada, produce para ser verdaderamente nuestro, un efecto o una gracia creada en nosotros la caridad.

Por una unción: del mismo modo que la Iglesia recibe una unción, los fieles son ungidos para ser consagrados por una unción espiritual, Cristo significa ungido, esta unción es la gracia del Espíritu Santo (2Co 1, 21, 1Co 6, 11)


El Espíritu Santo es principio de santidad en la Iglesia, porque con sus carismas santifica al hombre y a la Iglesia por medio de gracias;  por esa presencia entre nosotros desde el bautismo, porque es transformador, por su acción en la liturgia eucarística, porque es principio de vida nueva  (1Ts 4, 8; Lc 11, 13; Rm 1, 4); porque nos salva mediante su acción y la fe en la verdad (2Ts 2, 13), porque permanece con los apóstoles y en la Iglesia (Jn 14, 16-17; 15, 26); porque es nuestro continuo defensor (Jn 16, 7); porque nos comunica la fuerza para ser testigos del mismo Cristo (Hch 1, 4-8); porque dirige la obra de la Iglesia primitiva (Hch 5, 32); porque nos da el don de la fe en Cristo y nos hace aptos para Dios



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Se denota que el paráclito, para ellos es un ser de luz que los orienta en la  interpretación de la palabra de Dios para los hombres. Como ejemplo podemos indicar  que en los amientes protestantes se suele decir que el Espíritu Santo me ha revelado tal profecía. Que el Espíritu Santo…está en mí solamente, en mi agrupación

De esta forma auto justifican que ellos solos pueden interpretar la Biblia sin necesidad de que nadie les guie así auto justifican su Protesta contra la comunidad católica y  contra el mismo Cristo.
Un de las realidades de todas estas cristianas es que se encuentran divididas y tergiversan el significado fundante del Espíritu Santo puesto que según ellos, nos dice una cosa a nosotros los católicos, y por otro lado a los judíos, protestantes y a los calvinistas. A unos que la presencia de Dios está en la eucaristía, a otros que ha de venir en el fin de los tiempos, “que cosas” lo verdaderamente esencial es lo espiritual, mas no la presencia del Señor en la Eucaristía.

Lo que dice la escritura Es revelado por el Espíritu Santo, así que cada persona puede hacer su forma de interpretación de los acontecimientos que le suscite dicha lectura de la Palabra de Dios.

Lo cierto es que hay muchas divisiones entre ellos, pero lo que prima aquí, es que le dan un  significado de inspiración al Espíritu en sus vidas.



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En Trento se encuentra lo siguiente: “es necesario creer que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica.  Por lo que se refiere a las tres personas de la Trinidad, creemos en Ellas de tal manera que ponemos nuestra fe en Ellas, pero ahora cambiando de nuestra forma de hablar, profesamos creer a la Santa Iglesia y no en la Santa Iglesia”. Dios está en la Iglesia de acuerdo con su plan de gracia y de este modo  la Iglesia es un tiempo realidad terrestre, insertada en la historia y obra de Dios, “misterio” únicamente conocido por la fe. Existen visiones invisibles del Verbo en los efectos de gracia por los que Dios se da a manifiesta y se da a conocer  “La misión del Espíritu Santo es invisible  en  los efectos de gracia por los que Dios se da”.[11]
La Iglesia es signo y al mismo tiempo medio de intervención de Dios en el mundo y en la historia.  Por tanto, la realización de la promesa de Dios en el mundo se da por medio de la Iglesia en el Espíritu Santo.  Creer en el Espíritu Santo que hace una santa, católica y apostólica a la Iglesia, es creer en la realización de la promesa de Dios en la Iglesia, en esta realidad compleja y concreta, hecha de un doble elemento, divino y humano.[12]

Se trata de la Iglesia histórica y visible, de la que Jesús es el fundador; el Espíritu antes le da vida y la hace crecer en cuanto cuerpo de Cristo. 

La Misión hace referencia a la persona que envía, el Padre que envía pero  no puede ser enviado, y una referencia también a aquellos que son enviados.  Que el Verbo y el Espíritu vengan, significa que hacen existir una criatura en una relación nueva con ellos. 

La misión del Hijo es visible, porque el verbo-Hijo expresión de Dios Padre es verdaderamente una aparición humana de Dios. 






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El Espíritu Santo, existente antes de la creación del mundo, antes que la encarnación, ha estado presente en la Obra salvífica de la humanidad, trayendo gozo, paz y esperanza  todos los hombres. La Iglesia ha colocado gran atención  este acontecimiento, puesto que desde el momento que el Espíritu Santo derramado a los discípulos, podemos decir que se inició su accionar evangelizador como Iglesia santa de Dios.

Sin su presencia todo se queta de forma estática, no encontraríamos sentido a nuestro ser de Iglesia, comunidad viva del Espíritu Santo, que con su fuerza proclama y contribuye a la evangelización constante y el anuncio del Reino de Dios a todos los hombre


Desde pentecostés se ha visto más de cerca el accionar del Espíritu Santo, quien nos ilumina, nos da sus dones y nos reúne nuevamente en el pueblo de Dios como en un templo  y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos. Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia ella es la que guía hacia toda verdad y unifica en comunión y ministerio. Con la fuerza del Evangelio hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo."una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". (LG 4) Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino. (GS 15) 
Las propiedades de la Iglesia son Interiores unas a otras, es Santa, Apostólica y católica, Una y Santa; su Santidad es católica y Apostólica y envuelve su unidad.

La Iglesia da su crédito a las Sagradas Escrituras, en ellas encuentra su mediación a través de los siglos.  Por eso se nos recomienda leer las Escrituras con el mismo Espíritu con que fueron redactadas.

El Vaticano II recuerda la plena historicidad y el condicionamiento cultural humano de los textos sagrados; considera la Escritura como Sacramento lo mismo que la Iglesia.





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Espíritu Santo es quien aclara de manera rotunda, el verdadero significado que a lo largo de estudios han querido significar con el término “Paráclétos”[13] en cuadrándola el autor dentro de la Teología de Juan como un aspecto relevante, ya que es Él, Espíritu Santo quien vivifica, le resucita a Cristo, Él es quien ha sido prometido por Jesucristo, y es quien ha dado a los discípulos del Cristo diversidad de dones y talentos, significando la grandeza de Dios, en esta tercer persona.
Los conceptos de Espíritu Santo y Paráclito eran originariamente diferentes en el cristianismo primitivo porque un  título describe una fuerza y otro una persona, es una simplificación excesiva del problema. Indudablemente, en el cristianismo primitivo hubo una progresión en el proceso de comprender al Espíritu Santo[14]. Desde un punto en el que dominaba el aspecto de ímpetu o fuerza profética dada por Dios, se pasó a otro en el que se prestaba mayor atención al concepto personal del Espíritu.
El concepto del espíritu de Dios bajando sobre los profetas a fin de que expliquen a los hombres el lenguaje de Dios. Los apóstoles del NT tienen un papel muy semejante:
interpretar las acciones de Dios en la historia, y por ello en Juan los apóstoles son como
los recipientes del Paráclito/Espíritu en el último discurso de Jesús, a fin de que anuncien a las gentes lo que Dios ha hecho en Cristo al reconciliar al mundo consigo e interpreten lo que Jesús ha dicho (14,26).
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Artífice de la Evangelización, sello eficaz y perenne de la acción salvífica de Cristo. Maestro
La Iglesia, mediación para el don del Espíritu de Cristo; Jesús que posee el Espíritu de Dios en plenitud, lo promete también en una generosa difusión y se encuentra en perfecta condiciones para hacerlo.  Para nosotros los creyentes, el Espíritu que se ha concretado a través del seguimiento de Jesús se comunica y se expresa de una forma preferente, decisiva con los que se encuentran en la Iglesia, son ese grupo de personas que se esfuerzan en seguirle y que se pueden presentar como su cuerpo, su extensión entre los hombres. 

El Espíritu en la Iglesia forja misioneros decididos y valientes, señala lugares para evangelizar, y elige a quienes deben hacer esta obra. (DA 150). Guía y fortalece a la Iglesia en el anuncio de la Palabra, en la celebración de la fe y en el servicio de la caridad, hasta que  el cuerpo de Cristo alcance la estatura de su cabeza. (DA 151). Ilumina y vivifica al Pueblo de Dios a través de los sacramentos. (DA 153). Pentecostés, que siempre debe entenderse dentro del misterio Pascual de Cristo, constituye el momento más significativo del cumplimiento de la Palabra de Dios, revelado a todos los hombres desde el mismo pentecostés

Esta posición es indudablemente positiva, se corre el riesgo de hacer de Cristo el único sujeto de valor, el centro en que convergen y se esfuman de algún modo todos los creyentes.  Por eso, es necesario completar la perspectiva y afirmar que la Iglesia es el conjunto de personas que, siendo individual y colectivamente distintas, de Jesús han recibido su Espíritu y continúan, por tanto, dentro de su mismo campo de cercanía de Dios (exigencia de amor, fidelidad hasta la muerte y esperanza Pascual).Dador de dones que iluminan y santifican.

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1
El creador del Mundo
Creo al Dios y al mundo
Gracias a Él Existimos
2
Un Espíritu Puro
Aunque no se ve es puro
Nos purifica a todos
3
Es u Todo
Creador de todo
Es Dios mismo
4
Quien nos purifica
Parte de la Trinidad
Es Dios Santo y puro
5
Es el Paráclito
Presente en todo lugar. Y nos trasmite el amor
Nos hace hijos de Dios
6
Es el ser que nos inspira
Amor, bondad y caridad
Ser puro y radiante
7
Es la mano de Dios
Está presente desde la Creación
Nos mueve y nos conduce al Padre
8
Tercera persona de Dios
Compañía de Dios, uno con el Hijo y con Dios
Ser divino por excelencia
9
Ser que está en todo y lo sana de la enfermedad
Puro sin mancha, esplendido
Con el Padre y con el Hijo forman la santísima Trinidad
10
Es el espíritu vivificador
Es el don de Dios
Para los hombres
11
Dador de vida y felicidad
Llena la tierra de su paz
¨Poderoso y Eterno
12
Es el constructor y edificador de la Iglesia
La comunidad de los elegidos en el pueblo
Fortaleza pura
13
Es el creador de la vida
Dador de esperanza
Vivificador del Hijo
14
Es Dios mismo en su Espíritu
Su esencia misma es la vida familiar trinitaria
Son ejemplo a seguir como familia
15
Es el amor del Padre por el Hijo y su eterno existir
Es la persona de la Santísima Trinidad
Es Dios que se expresa en su palabra


[1] Orbe, A. (1966). La teologia del espiritu santo (Vol. 4). Gregorian Biblical BookShop.
[2] Congar, Y., & de Lapera, A. M. (1983). El Espíritu Santo. Herder.
[3] Gnilka, J. (1986). El evangelio según san Marcos. Sígueme.
[4] Comblin, J. (1987). El Espíritu Santo y la liberación.
[5] Barrett, C. K., & Aurrecoechea, J. L. (1978). El Espíritu Santo en la tradición sinóptica. Secretariado Trinitario.
[6] Mühlen, H. (1998). El Espíritu Santo en la Iglesia (Vol. 1). Secretariado Trinitario.
[7] Granado, C. (1987). El Espíritu Santo en la teología patrística. Ediciones Sígueme.
[8] Macedo, O. (1996). El Espíritu Santo.
[9] Philipon, M. M. (1985). Los Dones del Espíritu Santo. Palabra.
[10] Graham, B. (2001). El Espíritu Santo. Editorial Mundo Hispano.
[11] En Internet http://bibliotecacatolicadigital.org/CONCILIOS/Trento06.htm
[12] Ibíd.
[13] Brown, R. E. (Ed.). (1999). El evangelio según Juan (Vol. 2). Ediciones Cristiandad.
[14] Ibíd.

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