María Madre de Jesús

MARÍA MADRE DE JESÚS

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¿QUÉ O QUIÉN ES?





CARACTERÍSTICAS




ANÁLISIS A LAS
ANTERIORES












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En la búsqueda de un texto que diera testimonio sobre la Asunción, algunos teólogos han indicado el capítulo 12 del Apocalipsis, con su representación de la "Mujer vestida de sol".  Parece que esta representación implica un estado de gloria celestial.  Pero lo que más desconcierta es que esta mujer se encuentra al mismo tiempo en los dolores del parto y después da luz al Mesías.  Aplicada a María, la representación significaría una gloria anterior al cumplimiento de su maternidad mesiánica.  De otra parte, después de la maternidad, no se ve la conclusión de la gloria, porque viene descrita la huida de la mujer al desierto, y difícilmente el desierto puede ser identificado con  el cielo, mucho más, en este desierto, la mujer corre grave peligro.  Esta mujer, no puede ser interpretada como la imagen de la Virgen elevada a la gloria celeste.

En el diálogo de María con el ángel vuelve a vivirse el dinamismo de las interpelaciones entre la asamblea de Israel y sus mediadores, cuando se trataba de vincularse al pacto. En la intención del evangelista, esto significa que la fe de Israel madura en los labios de María. Realmente ella es "hija de Sión". Y para coronar la escena, Lucas escribe que "el ángel la dejó" (v. 38b), como para llevar la respuesta a Dios, según había hecho Moisés en el Sinaí (cf Ex 19,8b).
En Ex 19,3-8 se nos describe un fragmento de aquella escena. El Señor, mediante su portavoz Moisés, habló de esta forma al pueblo reunido en las faldas del Sinaí: "Habéis visto cómo he tratado a los egipcios y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído hasta mí. Si escucháis atentamente mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi especial propiedad entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra; vosotros seréis un reino de sacerdotes, un pueblo santo" (Ex 19,4-6a)


María es recibida cultivada y amada por muchos cristianos como expresión personal. Anunciación, concepción por  el espíritu, Iglesia, creada por la experiencia de los creyentes en la Iglesia. Iglesia, madre, mujer. El nuevo testamento en su conjunto y la iglesia posterior no podría haber elaborado el poderoso signo de María la madre de Jesús si ella no hubiera sido una persona honesta ejemplarmente dedicada a su hijo.




Pasando a la literatura intertestamentaria, vemos que el fíat de Israel en el Sinaí es celebrado con acentos conmovidos por Filón (De confusione linguarum, 58-59); más aún, el recuerdo de ese fiat aparece con frecuencia en la literatura rabínica (A. Serra, Contributi..., 182-215). Y los monjes de Qumrán formulaban implícitamente este voto: ¡ojalá el pueblo de la nueva alianza mostrase ante el esperado mesías la misma docilidad que mostró en el Sinaí el antiguo Israel ante Moisés! (4Q Testimonia, líneas 1-8). Elegida de Dios. Ejemplo perfecto de mujer, madre sagrada. En efecto, ningún texto particular puede ser retenido como testimonio de la Asunción.  Hay un fundamento escriturístico que consiste esencialmente en el hecho global de la unión de destino de María con Jesús. 
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Es una referencia muy interesante porque sitúa a María en el centro de la revelación de Dios y de la historia de la salvación

Llegar a la plenitud de los tiempos

Que representa la tradición oficial del judaísmo centrada en el templo o la ley rabínica


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La perícopa de más relieve Mariológico en San Mateo la encontramos en 1, 18-25.  El testimonio de Mateo no pretende enunciar la virginidad de María, sino que la da como un hecho conocido y narro las implicaciones que esto trajo para María y José.  Este texto se puede afirmar que es la anunciación en Mateo, la cual difiere un poco a la de Lucas, en cuanto que atiende a José como interlocutor del ángel y receptor de una vocación especial. Lo más importante es que aparece sumamente clara la concepción virginal de Jesús como obra del Espíritu Santo.  


En Mt encontramos el punto de vista complementario, el de José. Desde el principio Mt quería hacer comprender que Jesús era "hijo de David, hijo de Abrahán" (Mt 1,1), es decir, el mesías que se esperaba en Israel. Con esta finalidad se inserta aquí la lista genealógica de 1,2-17. La descendencia davídica llegaba hasta José, "hijo de David" (1,20; cf 1,16a).

Anunciación, genealogías, concepción por el espíritu

Así pues, este párrafo se interesa ante todo por la situación de José, pero es igualmente importante para María: la concepción virginal no se le anuncia a José como un hecho que él ignorase, sino que se presenta como una situación ya conocida por él, pero que le creaba dificultades; por eso se necesitaba la intervención del ángel. Para Mt la concepción virginal es, por tanto, un hecho indiscutible, que se presupone en todo el episodio. El evangelista vuelve de nuevo dos veces sobre el tema: primero con la cita de Is 7,14: "La Virgen concebirá y dará a luz. La novedad de Jesús no se inscribe en su nacimiento sino en el conjunto de su vida culminada en la pascua.

La madre de Jesús ante la cruz la tumba y el sepulcro abierto.

La importancia decisiva de la función legal de José (él le dio el nombre) para la inserción de Jesús en la descendencia mesiánica, y el hecho de que él no "conoció" a María (el "hasta que", según el uso semítico, no significa que la conociera después.[83] ¿Pero cómo podía alcanzar también esta descendencia a Jesús, si no era el hijo de José? Este hecho, es decir, que José no era el verdadero padre de Jesús, se afirma con claridad en Mt: después de la repetición monótona de los 39 "fue padre de" (vv. 2-16a), la cadena se rompe bruscamente en el versículo 16b; aquí no se dice que "José fue padre de Jesús", sino que la atención se desplaza a María: "Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el Mesías".
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Lucas, con un juego sutil de alusiones, aplicaría a la Virgen las profecías que Zacarías, Sofonías y Joel dirigían a la hija de Sión. Mediante este procedimiento literario (que es una forma de midras) intenta identificar a María con la "hija de Sión", es decir, con Jerusalén y con todo el pueblo de Israel, purificado de la prueba del destierro y heredero de las promesas de salvación. La virgen de Nazaret, en su persona individual, sería por tanto el tipo representativo del "resto de Israel", es decir, de ese "pueblo humilde y pobre" que confía en el nombre del Señor

Anunciación, genealogías, concepción por el espíritu



La novedad de Jesús no se inscribe en su nacimiento sino en el conjunto de su vida culminada en la pascual. Contemplando las numerosas liberaciones que Dios había concedido a los padres, Israel consolidaba la esperanza de que Dios habría de visitar y redimir a su pueblo mediante el mesías (Lc 1,67-79)

Piedad popular vinculada a una figura sagrada femenina. Declara claramente a la Virgen María como aquella mujer que nos da al Hijo santo de Dios, lo acompaña a lo largo de toda su obra salvífica y no llena de alegría el saber, que es la sierva del señor, que se ha puesto a disposición de la mano de Dios.
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La Maternidad física de María, época antignóstica: durante todo el período dominado por la lucha contra la herejía gnóstica y doceta, la maternidad de María se contempla casi exclusivamente  como maternidad física.  Estas herejías negaban que Cristo tuviese un cuerpo humano verdadero o que, si así fuera, este cuerpo humano hubiese nacido de la carne y de la sangre de una mujer.  Contra estos era necesario afirmar con fuerza que Jesús era hijo de María y fruto de su seno (Lc 1, 47) y que María era la verdadera y natural madre de Jesús.  Por eso, para éstos, Cristo había nacido a través de la Virgen y no de la Virgen ya que “introduciendo desde el cielo en el seno de la virgen salió de él más como de paso que como de una verdadera concepción, a través de ella, no de ella, teniendo en la Virgen no una Madre, sino un medio”. 




La fuerza y novedad de la figura de la madre de Jesús sigue siendo sorprendente por su fuerza evocadora y por la capacidad que tiene de influir en la imaginación y la piedad de los creyentes.

Es un importante ejemplo de predicación mariana, que da comienzo a un rico florecimiento de la literatura en honor de la Virgen, Cirilo celebra las grandezas divinas de la misión de María.

Este testimonio pascual de la madre de Jesús que no esta tan solo ante la cruz sino también en el sepulcro y el experiencia pascual

La maternidad de María, en esta fase más antigua, sirve más que nada para demostrar la verdadera humanidad de Jesús.

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El problema de la Inmaculada Concepción de María ha sido puesto, por primera vez a San Agustín.  Este problema surge precisamente en el momento en que viene formulado la doctrina sobre el pecado original. Pelagio había hecho una objeción, en la cual, para mostrar que se puede, por los propios méritos personales, permanecer al reparo de toda culpa y vivir por Justo, había adoptado el hecho que María era sin pecado: es la primera afirmación de la perfecta santidad de María, pero con un motivo insuficiente, porque atribuía la santidad a los méritos personales y no a la gracia. 
Toda Madre da a su propio hijo el cuerpo, no el alma que es infundido por Dios, y a pesar de esto yo no llamo a mi madre “madre de mi cuerpo” sino mi madre, de  todo lo que soy, porque alma y cuerpo forman en mí sola naturaleza o realidad.  Analógicamente, María debe ser llamada Madre de Dios, aunque haya dado a Jesús sólo la humanidad y no la divinidad, porque en El humanidad y divinidad forman una sola persona.
El problema central en torno a Jesucristo ya no es el de su verdadera humanidad, sino el de la unidad de su persona.  La Maternidad de María ya no se contempla sólo en referencia a la naturaleza humana de Cristo, sino en referencia a la única persona del Verbo encarnado, lo cual es más adecuado.


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San Ignacio, es el primer autor que coloca una serie de contraposiciones entre los atributos divinos y humanos.  Por tanto, para él, Jesús es verdaderamente hombre y más que hombre: Dios, Hijo y Palabra de Dios, es al mismo tiempo 'Hijo de Dios e Hijo del hombre'.  En muchos textos el Obispo de Antioquía habla del doble nacimiento del Verbo, aunque solo se genera una persona.  Siguiendo la doctrina apostólica, San Ignacio, no duda que María es la Madre de Dios.  Todo su pensamiento contiene dos series de afirmaciones en orden al único Cristo: Por una parte afirma los atributos que pertenecen a Cristo en la carne en cuanto hombre y, por otra parte, aquellos que respecta en cuanto Hijo preexistente de Dios.  Su apasionado amor por Jesucristo y su tierna devoción a Santa María le colocan entre los hombres ilustres de la Iglesia, tanto por su virtud como por su ciencia.

Devoción y entrega a la virgen María. Esta unidad de Dios y del hombre en Cristo, encuentra en San Ignacio la más clara expresión en lo llamado "communicatio idiomatum: comunicación de propiedades", en un Cristo concreto se puede predicar del hombre los atributos divinos y del Logos los atributos humanos.
Desde otra perspectiva distinta, San Justino (+163), sostiene en sus escritos la verdadera realidad de la humanidad o divinidad de Jesucristo.  Jesús procede de María como un hijo de su Madre y a través de ella se cumple en El las profecías.
"Nos reveló él todas aquellas cosas de la Escritura que por su gracia hemos conocido: pues lo hemos reconocido como el primogénito de Dios anterior a todas las cosas creadas, y  a la vez hijo de los patriarcas, el cual se hizo carne de la Virgen descendiente de aquellos"[84]

San Ireneo (+202) desempeña un papel importante en la lucha contra los gnósticos, el tiene la preocupación  de  tornar  a  las  fuentes de la fe, su doctrina  es  especialmente  fiel  a  las  Escrituras.  La doctrina sobre Cristo es primeramente soteriológica, como la cristología gnóstica, pero contra esta, recupera plenamente la función histórica de Cristo.
El realizará una defensa frontal contra aquellos que querían expresar una realidad diversa a la fe, de la encarnación del Hijo de Dios, afirmará: "Cristo es en verdad el Hijo del hombre porque ha sido engendrado por María".  "Jesús estuvo ciertamente en el seno de María, es fruto de su vientre"[85]
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Aunque Santo Tomás afirma que "la Beata Virgen María ha sido exenta del pecado original y actual", no significa que la exención resalga hasta el primer instante de la concepción.  El piensa que María ha sido purificada del pecado original después luego de la animación o infusión del alma del cuerpo.  El motivo fundamental de su opinión es la universalidad de la redención de Cristo: si María no hubiese contraído la culpa original, no hubiera sido personalmente rescatada por Cristo.  En efecto, cada criatura racional debe ser personalmente rescatada por El.

Lo que ha faltado a Santo Tomás como a los otros grandes teólogos del siglo XIII, es la idea de una redención preservativa.  La redención era únicamente concebida como una purificación que presuponía la infección del pecado.  En nombre de la necesidad de redención era excluida una concepción inmaculada de María.   



De la perpetua virginidad de María la madre de cristo

Es uno de los más abominables errores negar la virginidad perpetua de María
Fe y creencia
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Tras el pretexto  de honrar a Jesús - tratan de minimizar el culto a la Virgen

Basados en que las creencias de la iglesia católica no aparecen en la biblia

Diferentes puntos de vista












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El Concilio Vaticano II, en perfecta continuidad con el Magisterio anterior, afirma que "la Santísima Virgen  predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios justamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor" . En este texto magisterial se nos dicen, al menos tres cosas:
a. Que ab aeterno: María fue destinada para ser la Madre de Dios.
b. Que en el mismo y único decreto divino (uno eodemque decreto) de la encarnación del Verbo, está incluido el designio de la elección de María como Madre del Verbo encarnado.
c. Que llegada la plenitud de los tiempos (Ga 4, 4) se cumplió este designio y María es la Madre del Redentor. el Concilio contempla a María en las diversas epifanías neotestamentarias, comenzando por la Anunciación, cuando con su Fiat acepta conscientemente ser Madre del Redentor y desde ese instante se entrega del todo -en cuerpo y alma- a la persona y obra de su Hijo, por tanto, en la doctrina conciliar se aprecia que, la cooperación activa de María en la liberación de los hombres, tiene ya su fundamento en el primer instante de su aceptación del plan divino.  Esta participación hace que con justicia, se le pueda aplicar el título de "Nueva Eva y Segunda Eva"


(La maternidad divina en el misterio de Cristo y de la Iglesia). “La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia”. Los cuatro años de elaboración del texto mariano en el Concilio, reproducen el desarrollo del pensamiento mariológico operado en los cuarenta años 1920-1960.
En la primera redacción del esquema sobre la Iglesia se trataba, en el capítulo quinto, el tema de la santísima Virgen, con el título De María, Mater Iesu et Mater Ecclesiae (Julio 1961).  Después de varias revisiones por parte de una subcomisión, se envía para aprobación a los miembros de la comisión Teológica el capítulo mariano con el nuevo título De María, Mater Christi et Mater mystici coporis membrorum (Enero 1962).



Toda Madre da a su propio hijo el cuerpo, no el alma que es infundido por Dios, y a pesar de esto yo no llamo a mi madre “madre de mi cuerpo” sino mi madre, de  todo lo que soy, porque alma y cuerpo forman en mí sola naturaleza o realidad.  Analógicamente, María debe ser llamada Madre de Dios, aunque haya dado a Jesús sólo la humanidad y no la divinidad, porque en El humanidad y divinidad forman una sola persona. Enseñanza de la Iglesia. Posteriormente en marzo de 1962, la Comisión decidió separar a la Virgen del esquema de la Iglesia, para continuar uno aparte.  Esto supuso un nuevo estudio y una redacción más ampliada.  Este esquema se tituló De Beata Maia Vergine Mater Dei et Mater hominum, que fue entregado a los Padres conciliares en el mismo dossier que el esquema de la Iglesia (Nov. 1962).





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Muy curiosa siempre me ha parecido el rechazo que por la Virgen María tienen algunas denominaciones protestantes. Las raíces de dicho rechazo parecen más bien originarse en rechazar lo que ellos consideran un “exceso” en la devoción que el católico tiene por la madre del Señor. Pero este rechazo que los lleva a alejarse de todo lo que suene a “católico”, les impide rechazar todo razonamiento, por más bíblico que sea, que redunde en la veneración de la Virgen.
En la mayoría de los casos, sobre todo las sectas[86], deforman la doctrina católica para hacerla parecer herética, afirmando así que la Iglesia enseña a “adorar” a María e incluso en algunos casos llegan a afirmar que los católicos creemos que María es una “diosa”.
“Así juzgó Dios a su Madre: La ley de Dios la condenaba como adúltera. 2) Así quedaba maltrecho su honor. 3) Su vida quedó en peligro y su honor matrimonial dañado. María fue concebida en pecado como los demás hombres; y, aunque ella fuera purificada del pecado original, no le habría bastado para un tal nacimiento. Por eso, es el Espíritu Santo el protagonista, el que la purifica y toma las puras cotas de sangre de su corazón; pues todo tiene que ser purificado”[87]
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Al hablar de María, las Escritura resalta constantemente dos elementos o momentos fundamentes que, por otra parte, la experiencia humana cotidiana considera esenciales para que exista una verdad y plena maternidad: “concebirás y darás a luz” (Lc 1, 31; Mt 1, 20; Is 7, 14).  Por eso, es solo en Navidad, cuando María dando a luz a Jesús, se convierte en sentido pleno en Madre de Dios.

Es también el título más ecuménico que existe, no sólo porque ha sido definido en un concilio ecuménico, sino también porque es el único que es compartido y aceptado indistintamente –al menos como principio- por todas las confesiones cristianas. Es discípula de su hijo y mujer que se entrega y da el todo por el todo.

María, discípula y mensajera del Evangelio
Madre de Dios, es uno de los títulos que expresan uno de los misterios y, para la razón, una de las mayores paradojas del cristianismo.  Este título: es el fundamento de toda la grandeza de María; es el principio mismo de la Mariología.  Por eso, María en el cristianismo no es, sólo objeto de devoción sino también de teología, es decir, forma parte de la reflexión de Dios porque Dios está directamente implicado en la maternidad divina de María.

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Madre de Jesús
Humilde, amorosa, pura y leal a Dios
Madre de Jesús y por tanto redentora de nuestros pecados.

La protectora del Hijo
Mujer fiel a Dios
Que intercede ante Dios por nosotros
3
Madre de Dios y de los hombres
Mujer amorosa y madre de todos
Gracias a ella tenemos a un salvador
4
Mujer ejemplar
Es pura y Humilde
Madre y ejemplo de todos
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Madre de Jesús
Pura y amorosa
Madre de dDios
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Dadora de vida divina
Mujer ejemplar y bondadosa
La Madre del salvador
7
La mujer más hermosa en todos los sentidos
Pura, humilde y llena de amor por su hijo
Mujer que acoge a su hijo en su amor
8
Madre de Dios y de los Hombres
Mujer santa e inmaculada
La escogida por Dios
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La mujer por excelencia
Digna y dadora de vida
Mujer que da su vida
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Madre  y Discípula de Cristo
Dadora de salvación
Madre nuestra
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María es santa Madre de Dios
Es la Reina celestial
Ejemplo a seguir
12
Estrella que ilumina la tierra
La corredentora
Mujer trabajadora
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Luz de las naciones
La madre del Dios vivo
Ser humilde
14
María es nuestra madre
Ser celestial y humilde
Santa Madre
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Es la inmaculada madre de Dios
Es la dadora de salvación
Es una mujer ejemplar



[83] Ibíd.
[84] San Justino, Diál. con Trifón,  127, 2-5.
[85] San Ireneo, Adv. Haereses, 3, 19, 3; 3, 16, 2-4
[86] Diferenciando por su puesto el abismo que hay entre las comunidades eclesiales protestantes y las sectas protestantes.
[87] Martín Lutero, Auslegung des Magnificat, 1522: LW 7,572

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